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¿Qué es la sarcopenia? Y por qué afecta a los mayores

¿Qué es la sarcopenia? Y por qué afecta a los mayores

¿Cuánto esfuerzo y trabajo necesita para levantarse de la silla? ¿Lo puede hacer sin utilizar las manos? ¿Solo con una o necesita las dos? ¿O quizás requiere que alguien lo ayude para ponerse de pie? Si estas situaciones le resultan familiares, podría ser una señal que padece sarcopenia.

A partir de los 40 años comienza la pérdida progresiva de masa muscular, un fenómeno conocido como sarcopenia, que aumenta exponencialmente durante la tercera edad. Los riesgos van desde mayor posibilidad de caídas hasta pérdida de la autonomía e incluso, la muerte.

El geronto-kinesiólogo del Centro de Caídas de Clínica MEDS, Alejandro Mercado, explica que esta afección que se asocia al envejecimiento (en algunos casos puede comenzar a los 30 años) implica la pérdida de entre el 3 y el 8% de la masa muscular cada diez años. Este porcentaje aumenta considerablemente pasada la barrera de las seis décadas, lo que también va en relación con una serie de factores como el estilo de vida y la preexistencia de comorbilidades, entre otros. Se estima que afecta a más de 50 millones de personas y que en 40 años esta cifra se cuadruplicará en todo el mundo.

Sin embargo, una mayor pérdida de masa muscular no implica necesariamente una mayor pérdida de fuerza. “No existe una relación directa”, aclara el especialista de MEDS. “Hay personas mayores que padecen de sarcopenia pero que tienen bastante potencia muscular”, evidencia de una de las características propias del envejecimiento: “es extremadamente heterogéneo”.

Otro dato importante es que la sarcopenia no sólo amenaza a la estructura muscular, sino que también al control del sistema nervioso central, donde se inicia, coordina y controla los movimientos musculares. “Por eso los tratamientos contra esta enfermedad no pueden estar solamente enfocados en la masa, sino que también en las funciones neurocognitivas”, indica el geronto-kinesiólogo.


¿Qué edad tienen mis músculos?

 El profesional explica que existe una edad cronológica, una biológica y otra funcional y la salud de una persona mayor se mide particularmente sobre esta última. “Un individuo puede tener 80 años y ser capaz de levantarse rápidamente de una silla, caminar con velocidad y viajar por el mundo. Otro individuo de 65 años, pero sedentario, puede que le cueste bastante levantarse de la silla para ponerse de pie, que camine lento y tenga problemas para salir de su casa”. Por ende, el primer individuo es mucho más “funcional” que el segundo.

El kinesiólogo del Centro de Caídas relata que las personas somos “mamíferos antigravitatorios” que tras seis u ocho horas de sueño debemos “desafiar a la gravedad” para ponernos de pie y, para ello, los músculos como glúteos, cuádriceps o el tríceps sural deben mantenerse activos y con potencial.

“Cuando abusas de un estado de antigravedad, por ejemplo, al pasar mucho tiempo acostado, quienes más lo resienten son este grupo de músculos antigravitatorios”, asegura. Una advertencia que va principalmente dirigida a quienes trabajan ocho horas seguidas sin levantarse de la silla, en especial si además tienen sobrepeso. Por otro lado, en la medida en que se pierde fibra muscular, el cuerpo comienza a acumular tejido graso, desequilibrio que puede transformarse en un verdadero problema si ocurre con un estilo de vida sedentario. “Desde hace unos años se ha comenzado a hablar de “obesidad sarcopénica”.

Considerando que la sarcopenia puede comenzar a presentarse desde los 30 años, la mejor recomendación es llevar una vida activa y equilibrada desde mucho antes. “Chile está con una alta tasa de obesidad infantil. Por lo tanto, ¿qué les espera a esas generaciones? Esto tiene que partir desde la base, con mayor cantidad de horas de actividad física en los colegios y alimentación saludable”.

En cuanto a las personas mayores, si bien nunca es tarde para comenzar a ejercitarse, quienes no están acostumbrados a realizar actividad física deben tomar ciertas precauciones como evaluaciones previas con un especialista. A modo general, se recomiendan caminatas diarias de entre 10 y 30 minutos y siempre contar con una buena hidratación.

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