La Artrosis Glenohumeral afecta al hombro y tiene variadas causas, entre las que se encuentran la genética y el excesivo ejercicio físico con lesiones frecuentes.
Definición
La Artrosis Glenohumeral es una enfermedad que lesiona el cartílago articular del hombro y origina dolor, rigidez e incapacidad funcional. En un primer momento, el cartílago deja de ser firme y se reblandece; se vuelve frágil y quebradizo, pierde su elasticidad habitual y la capacidad de amortiguar. En una fase intermedia se adelgaza y, en determinadas zonas, desaparece, dejando de recubrir y de proteger al hueso que está debajo. Finalmente aparecen zonas en las que el extremo del hueso que se articula deja de estar protegido por el cartílago articular, quedando expuesto a fuerzas físicas a las que no está preparado para resistir.
La consecuencia es que el hueso articular sufre y reacciona. Se vuelve más compacto y se deforma, crece en los extremos y márgenes formando unas excrecencias llamadas “osteofitos”.
¿Por qué se produce?
Aún no existe certeza sobre la causa de la artrosis glenohumeral. Las investigaciones realizadas hasta la fecha sugieren que existen determinados factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad: la obesidad, determinadas ocupaciones y actividades laborales, la herencia y la raza, y el excesivo ejercicio físico con lesiones frecuentes, se encuentran entre ellas.
En algunas familias es más frecuente que aparezca la artrosis por transmitir en sus genes alteraciones en la producción de proteínas (colágeno) muy importantes para la fabricación de un cartílago articular normal. También se puede nacer con anomalías en la configuración de los extremos de los huesos que forman las articulaciones o con alteraciones que permiten que éstas se muevan en exceso (la llamada laxitud articular). En estas dos últimas circunstancias también se ve incrementado el riesgo de padecer artrosis.
Hay que tener claro que la artrosis no guarda relación con la dieta, cambios de temperatura ni clima.
¿En qué deporte se produce más frecuentemente?
Se produce, principalmente, en deportes que requieran un movimiento constante, repetitivo y forzado del hombro, como lo es el caso del tenis, deportes de lanzamiento (jabalina) o golf y deportes de contacto, como rugby o judo, en los cuales se producen lesiones con mayor frecuencia.
Síntomas
El síntoma fundamental de la artrosis es el dolor, aunque hay personas asintomáticas. El dolor suele aparecer cuando se le exige un esfuerzo a la articulación enferma y, en general, empeora a medida que avanza el día. Es decir, es un dolor mecánico dado por el uso de la articulación más que inflamatorio. A medida que la enfermedad va progresando el dolor aparece en reposo e incluso en la noche.
Después de un rato de reposo, la persona que padece artrosis glenohumeral puede notar que le cuesta empezar a mover la articulación enferma, que se ha vuelto rígida, lo que puede condicionar un cierto grado de discapacidad funcional. Se le puede dificultar hacer actividades de la vida diaria, en especial movimientos sobre la cabeza, como peinarse. También pueden notarse crujidos.
Algunos enfermos con artrosis glenohumeral pueden notar episodios de hinchazón y derrame en el hombro, con acumulación de líquido. Efectivamente, aunque la membrana sinovial no es un componente de la articulación que enferme de principio en la artrosis, en determinados momentos de la evolución de la enfermedad y en ciertos lugares puede resultar irritada y originar un grado de inflamación. En estas circunstancias pueden cambiar las características del dolor del paciente y su distribución en la jornada diaria.
Una característica no exclusiva de la artrosis es la atrofia muscular, por dolor y pérdida de la función.
Diagnóstico
Los datos fundamentales que permiten el diagnóstico de la enfermedad son los síntomas que el paciente refiere y las alteraciones que pueda observar el médico tras el examen físico adecuado.
A veces se puede extraer líquido de las articulaciones artrósicas y analizarlo. Esto resulta útil para aliviar el dolor y eliminar la posibilidad de otras enfermedades en la articulación. Las radiografías simples de hombro ayudan a confirmar el diagnóstico, informan de la intensidad del daño y permiten descartar otras lesiones. Las radiografías simples resultan especialmente útiles en personas menores de 60 años de edad, donde existe una buena relación entre los síntomas y las anomalías radiológicas.
Tratamiento
Dentro del tratamiento de la artrosis glenohumedal es fundamental el alivio de su dolor y el mantenimiento de su capacidad funcional. Para ello, se disponen de diversas alternativas, que incluyen los tratamientos físicos, los medicamentos y, a veces, la cirugía. Las claves del tratamiento son el ejercicio, combatir la obesidad y los analgésicos/antiinflamatorios.
No existe una dieta especial para las personas con este tipo de artrosis. Remedios como iones y diversos derivados de cartílago que no se venden como medicamento carecen de respaldo científico. Las medicinas alternativas, salvo la acupuntura, tienen en general un efecto similar al “placebo”, es decir, al de una cápsula o inyección de medicamento que está vacía o simplemente con suero salino.
Las medidas físicas suponen una serie de procedimientos destinados a mejorar la sintomatología y la habilidad para desempeñar las tareas laborales, domésticas, de la vida de relación y del cuidado personal. Se aconseja realizar las tareas físicas de forma intermitente, alternando con períodos de descanso, además se recomienda la práctica diaria de ejercicios físicos destinados a mejorar la movilidad articular y a potenciar la fuerza muscular, así como el uso juicioso del calor y frío y de férulas y sistemas ortopédicos que ayuden a disminuir la sobrecarga de una articulación artrósica.
El calor local puede aliviar temporalmente el dolor. El ejercicio aeróbico (natación, paseo) practicado regularmente ayuda al control de la enfermedad y a prevenir la atrofia muscular.
Los medicamentos que habitualmente se recetan para el tratamiento de la artrosis persiguen el fin de aliviar sus síntomas. Un medicamento analgésico es aquel que combate el dolor, incluyendo el dolor articular, pero no afecta a la artrosis en sí misma. El paracetamol es uno de ellos. Los antiinflamatorios no esteroideos son medicamentos que luchan contra el dolor, la inflamación y la rigidez de las articulaciones en la artrosis. En algunos momentos puede ser necesario ayudar al paracetamol y a los antiinflamatorios con otros analgésicos como el tramadol o la codeína.
Los analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos se suelen administrar por la boca, aunque existe la posibilidad de que se le receten por vía tópica, es decir sobre la piel que recubre la articulación artrósica, en forma de pomada, crema, nebulizador o spray. La capsaicina es un medicamento que también se administra por esta vía tópica para aliviar el dolor, reduciendo la cantidad de sustancias que transmiten, en los nervios, la señal dolorosa hacia el cerebro.
Las infiltraciones de derivados de la cortisona o de ácido hialurónico dentro de las articulaciones con artrosis pueden resultar, a veces, necesarias para el tratamiento. El ácido hialurónico es similar al líquido articular y se administra en tandas de 3 a 5 inyecciones (una cada semana), tardando más tiempo que el corticoide en producir mejoría. El sulfato de glucosamina es un medicamento que podría actuar como nutriente del cartílago articular artrósico, aliviando la sintomatología y retrasando la evolución de la enfermedad.
Si requiere cirugía, ¿en qué consiste?
En algunos pacientes con artrosis glenohumeral avanzada e incapacitante puede ser necesaria la cirugía para atenuar el dolor y recuperar la mayor función posible de la articulación del hombro. Algunas intervenciones, como la artroscopía de hombro, se pueden hacer para limpiar y lavar la articulación, eliminando adherencias y cuerpos extraños.
Es una cirugía en la cual se utiliza una pequeña cámara llamada artroscopio, que se inserta a través de una pequeña incisión en la piel, para examinar los tejidos dentro o alrededor de la articulación del hombro. La artroplastía sustituye total o parcialmente las zonas enfermas de la articulación, utilizando prótesis artificiales formadas por componentes de metal, plástico y cerámica.
Recuperación
La artrosis glenohumeral es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. De todas formas no siempre es progresiva y, en general, la mayoría de los pacientes pueden llevar una vida normal.
Actualmente no existe un tratamiento curativo para la artrosis, pero al igual que sucede con otros padecimientos crónicos, los síntomas que origina la enfermedad se pueden aliviar y atenuar, permitiendo que el paciente que la sufre padezca lo menos posible.
Prevención
Para ayudar en la prevención y en la progresión de la enfermedad es importante realizar ejercicios físicos que puedan ayudar a reducir el dolor y la rigidez articular. La práctica de actividad física de ligera a moderada es muy beneficiosa, aunque mucha gente no la realiza por el dolor que pueda provocarles. Las actividades más recomendables son la natación, la bicicleta y el ejercicio en el agua.
El exceso de peso provoca una sobrecarga sobre las articulaciones que puede alterar la estructura de las mismas e incrementar el riesgo de artrosis. Mantener el peso correcto es una de las medidas más simples y saludables en la prevención de la salud.
También se deben evitar los traumatismos, ya que determinados trabajos han evidenciado que las lesiones repetidas a causa del deporte o de una actividad laboral determinada aumentan el riesgo de dañar el cartílago. Se aconsejan medidas higiénico-posturales para evitarlo.